Cualquiera de los que pueblan esta tierra que haya contemplado estos
misterios, será bendecido, pero cualquiera que no haya sido iniciado y
no haya recibido su parte del rito, no habrá recibido lo mismo que los
demás, una vez muerto y viviendo en el moho donde el sol se pone”.
Así dice el poema épico conocido como “El Himno Homérico a Demeter”
Los misterios referidos aquí son los de Eleusis, los mas importantes de
la Grecia antigua. Durante casi 2000 años, desde aproximadamente 1500
a.c. hasta el siglo IV d.c., estos se celebraban en Eleusis, Grecia, en
honor a la diosa Demeter y su hija Perséfone.
Los sucesos que rodean a la fundación de Eleusis son descritos en
este Himno Homérico. El autor de este himno y su origen son
desconocidos, pero debieron originarse alrededor del siglo VII ac.
Un día, cuando Perséfone, hija de Demeter, estaba recogiendo flores
en los pastos, fue abducida por Hades, dios del mundo subterráneo. Su
madre la buscó en vano, finalmente sabiendo, gracias a Helios, que había
sido abducida. Seriamente apenada, Demeter se encontraba sola en el
Olimpo, ya que incluso averiguó que su esposo, Zeus, estaba implicado en
el rapto.
Vestida como una simple mujer entre los mortales encontró morada en
el palacio del Rey de Eleusis, Keleos, y su mujer Metaneira. En gratitud
por su amable hospitalidad, Demeter fundó un templo en Eleusis tras
revelar que era una diosa. Para castigar a los dioses del Olimpo por la
abducción de su hija, Demeter hizo que muriese toda vegetación sobre la
tierra, amenazando a la humanidad con su extinción. Los dioses temían no
obtener más sacrificios y oraciones de los mortales e imploraron a
Demeter que devolviese la fertilidad a las tierras. Esta petición no fue
satisfecha hasta que Zeus ordenó a su hermano Hades, del mundo
subterráneo, a devolver Perséfone a su madre. Madre e hija volvieron a
El Olimpo, pero desde entonces Perséfone tenia que pasar un tercio del
año con su esposo en el mundo subterráneo. Cuando lo hacia, el invierno
reinaba sobre la tierra, cuando Perséfone volvía a la Tierra en
primavera, el mundo vegetal despertaba con flores y frutos nuevos.
Antes de que Demeter volviese al Olimpo, dio a los reyes de Eleusis,
Keleos y Triptolemus, instrucciones para celebrar los ritos en su
templo. Estos eran preceptos secretos, misterios para ser guardados.
Divulgarlos o profanarlos podía ser castigado con la muerte. Apreciando
el propicio final del drama de Eleusis, Demeter dio a Triptolemus, el
primer iniciado de Eleusis, una rama de trigo y encomendó instruir a la
humanidad en la agricultura.
El culto a Demeter y Perséfone en Eleusis, que inicialmente tenía un
mero interés local, pronto comenzó a ser una parte importante en la
ciudadanía ateniense, llegando incluso a convertirse en una institución
pan-helénica de importancia universal durante el imperio romano. Su
carácter como institución pan-helénica fue designado en 760 ac, en la
época de la quinta olimpiada, cuando el Oráculo de Delphos llamó a los
griegos a hacer sacrificios en honor a Demeter de Eleusis para librarse
del hambre que asolaba Grecia en aquellos tiempos.
¿Cuál era el mensaje revelado en Eleusis, un mensaje que transformaba
el culto en el misterio mas influyente y espiritualmente más
significativo de la antigüedad? Esta pregunta no se puede responder con
detalle, ya que el velo del misterio, mantenido por un estricto mandato
de silencio, nunca fue levantado tras el paso de los milenios.
Tan solo podemos obtener una idea de los Misterios y su significado
espiritual examinando el testimonio de grandes iniciados. No se puede
hablar de una nueva religión en Eleusis. Esto quedaría descartado ya que
los iniciados, al volver a sus tierras tras los misterios, permanecían
fieles a sus religiones autóctonas.
Más bien, los iniciados debieron recibir enseñanzas sobre la esencia
de la existencia humana y el sentido de la vida y la muerte. Se conocen
oraciones de los Misterios, ofrecidos por los iniciados a Mnemosyne, la
diosa de la memoria, implorándola a que despertase y mantuviese viva en
la memoria la sagrada iniciación y que la iniciación persistiese
iluminando su vida y experiencia transformativa.
Participar en los Misterios era una experiencia que no se puede
entender examinando únicamente su apariencia externa, ya que evocaba
alteraciones en el alma del iniciado. Esto es evidente en el testimonio
de los iniciados más famosos.